Artidoro Gracia, junio/09
“Ven a mí”, insistió la montaña al hombre soberbio. “Acércate y medita en mis faldas” le reiteró con ahínco durante varios días. “Ven tú” le contestaba una y otra vez el altanero. Hasta que la convenció.
Alud de piedras y lodo sepulta a hombre, apareció en los periódicos al día siguiente.
“Ven a mí”, insistió la montaña al hombre soberbio. “Acércate y medita en mis faldas” le reiteró con ahínco durante varios días. “Ven tú” le contestaba una y otra vez el altanero. Hasta que la convenció.
Alud de piedras y lodo sepulta a hombre, apareció en los periódicos al día siguiente.
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