sábado, 2 de mayo de 2009

Dos rayas en el piso


Artidoro Gracia/mayo ´09

Pinto mi raya en el piso, tú pintas la tuya, mientras ambos, bufamos incontrolados. Doy tres pasos hacia atrás mientras tú permaneces impávida, como nunca, más que yo, prudente. Me desgañito, tú rumias tu silencio. Como dragones lanzamos llamaradas a nuestros rostros. Tal y como se lanzan los obuses en la guerra a campo abierto.
— ¡Llegas tarde, no sé con quién demoras!
—¡¿Quién eres tú para decirme lo que tengo o no qué hacer?!
— ¡¿Recuerdas aquella tarde?! ¡Tu aliento me supo a alcohol, a humo de cigarrillo!
Una cascada de recriminaciones por las desveladas.
— ¡No cruces esas líneas con las iras desatadas!
—Suelta la última para vaciarte mis despechos!
— ¡¿Y la llamada aquella a deshoras?! ¡¿Y el bolso rojo que nunca cargas y ese día sí te lo llevaste?! ¡¿Y el vestido negro de esa noche en la fiesta dizque con amigas?!
El doble trazo está pintado, tus pies casi rozan el tuyo, tal vez con el ánimo de borrarlo. Los míos, a una tercia de zancadas, dudoso en regresarme. Inacabables las furias, fuera de control las granizadas. Nos descargamos las iras hasta quedarnos quedamos exprimidos en el hartazgo.
Unas flores en el buró nos miran quietas y empiezan a marchitarse. Será tal vez, por el rugir del par de fieras.
— ¡Te las compré ayer cuando ardía en celos al no saber en dónde te encontrabas!
— ¡Estaba con mi madre, ha caído enferma. No quise decirte, te conozco. Sé cómo reaccionas y preferí omitirlo!
— ¡No llores cuando tengo muchas ganas de hacerlo!
De un salto sobrevuelo mi maldita raya. La distancia de los tres pasos se convierte en nada…