martes, 6 de noviembre de 2012

Rojo el de tus labios

Me desprendí besando el rojo de tus labios
Del roce de tu talle, arrullo de tus ojos
Me desprendí llorando de manos sin resabios
Alegría en la cara, perla dulce antojo
Me desprendí besando del néctar cual un sabio
Besos candorosos, tus miradas sin arrojos
Me desprendí borracho con tanto algarabío
Me tambaleé en el llanto, manaba de tus ojos

Me desprendí besando el rojo de tu boca
Me sofocó el cobijo, párpados, fuertes lazos
Del roce de tu talle, silueta que provoca
Arrullo que me incita, soñando en tu regazo
Me despedí llorando, solté tus manos locas 
Besé tus labios rojos, te di un fuerte abrazo
Noté temblar tu aliento, tú sabes me trastocas
Me sofocó el momento, rompí en mil pedazos

Me despedí con besos del rojo de tus labios
Me desprendí llorando de manos sin resabios
Me reprimí libando del néctar cual un sabio
Y me sentí borracho con tanto algarabío
Me desprendí con besos del rojo de tu boca
Del roce de tu talle, silueta que provoca
Y me solté llorando, solté tus manos locas 
Noté temblar tu aliento, tú sabes me trastocas

Me tambaleé en el llanto, manaba de tus ojos
Besos candorosos, tus miradas sin arrojos
Mantenías en la cara, perla dulce antojo
Sentí rozar tu talle, arrullo de mis ojos
Me acurrucó el cobijo, cadenas, fuertes lazos
Arrullo que me invita a soñar entre tus brazos
Besé tus labios rojos, temblaste en mi regazo
Quebraste aquél momento, el rojo en mil pedazos.
Rana Verde, Sapo Gordo

La rana verde con su sapo gordo,
Se acarician juntos en el río hondo,
Ella esbelta, él redondo,
Ella suelta lo que él atrapa,
Ella escucha lo que él le canta,
Él le dice lo que a ella encanta,
Ella llora lo que él le implora,
Él le dice, te quiero santa,
Ella juega porque él le sueña,
Él le sueña porque ella es bella,
Ella ríe cuando él le llora,
Él le llora cuando ella marcha,
Ella marcha cuando él se lanza,
Él se lanza cuando el agua llega,
Ella brinca encima de su panza,
Juntos nadan como esbeltas lanzas,
Ella juega cuando él le nada,
Ella sueña y la tarde avanza,
Él la quiere cuando ella canta,
Ella canta cuando él se cansa,
Él se cansa cuando ella salta,
Ella salta cuando él la espanta,
Él la espanta cuando ella danza,
Ella danza cuando él descansa,
Él descansa cuando ella late,
Ella late cuando llega tarde,
Tarda el sapo cuando ella arde,
Ella arde cuando él no llega,
Él no llega cuando ella huye,
Ella huye cuando se escabulle,
Se escabulle cuando el río fluye,
Ella fluye cuando él le gruñe,
Él le gruñe cuando ella riñe,
Ella riñe cuando él oprime,
Él oprime cuando ella gime,
Ella gime cuando él le ciñe,
Él le ciñe cuando ella ríe,
Ella ríe cuando él sonríe,
Él sonríe cuando ella fríe,
Ella fríe cuando él le escribe,
Él escribe cuando ella vive.
Él es Gordo, ella es Verde.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Las flores, alejan

Las flores miran tristes,
Sus amarillos desgajan,
Los morados que diste,
Lloran, se desencajan,
Las rojas ya no tienen,
Colores tiernos, vivos,
Los azules ya no vienen,
Mesa y florero, testigos,
Las flores traviesas,
Pálidas se resecan,
Cargan feas tristezas,
Lloran y no acercan,
Cuando se revuelcan,
Aflojan sus fuerzas,
Los cabellos se mesan,
Con sus dedos y dejan,
A mis manos quietas,
Marchitan y besan,
Las flores traviesas,
Sus colores alejan,
Suspiros y quejas,
Rencillas añejas,
Espejos que dejan,
Sus ojos en rejas,
Las flores traviesas,
Amarillos que rezan,
 Morados que viajan,
En ojos que dejas,
Ciruelos empiezan,
Con hojas recortan,
También alborotan,
Azoteas con tejas,
Cigarros se apagan,
Cerillos encienden,
Flamas que amagan,
Damas que crujen
Ternero que brama,
Mujer que me llama,
Linterna que apaga,
La sed que me llaga,
Las flores traviesas,
Encima de mesas,
Llenan de tristeza,
La mujer que les reza,
En ellas rebota,
Clamor que no brota,
Y luego retoca,
Los brazos y botas,
Mujer que fulmina,
Mis ganas eternas,
Sus labios caminan,
En brazos y piernas,
Mujer que ilumina,
Las flores traviesas,
Mujer que domina,
El sabor de cerezas,
Flor de tus labios,
Endulzas mi boca,
Tus dedos y manos,
Su sabor me provoca,
Hombre ladino,
Cultivas mil flores,
Con mimos y tinos,
Del sol sus colores,
Hombre jornalero,
Aras con empeño,
Sudor y sombrero,
Colores de ensueño,
Agua, garrafa y canela,
Mujer que se antoja,
Florero, color y franela,
Surcos, jornadas, arrojas,
Eres del árbol follaje,
Ramas lloronas de sauce,
Meces en ellas tus viajes,
En seda tus labios ensalces,
Asas, tuestas, haces,
Mañanas, noches, tardes,
Llegas, dices y sales,
Tintas y letras que arden,
Clavo, pluma y llanto,
Eres azul del pastel,
Suave, triste y canto,
Así eres tú, mi mujer,
Ave, nube y tierra,
Compras, llevas, tienes,
Agua, sol y sierra,
Dime cuánto vienes.

sábado, 28 de enero de 2012

El rojo de tu sangre

Me desprendí volando muy rápido de mi tierra,
Estrujé el cuerpo encima del rojo de su sangre,
Abandoné el olor de sus mil tupidos azahares,
Del estiércol de vacas y el son ladino de aves.

Dejé el canto madrugador de celosos gallos,
Del cerrado rocío que empapaba mis pies fríos,
De la presencia tuya, fugaz brasa repentina,
Húmedas mejillas, volcán de fuego pasajero.

Me desprendí volando, águila en la cordillera,
Testigo perenne, eterna y leal compañera,
Mujer no inerte, mujer pulcra, de boca ardiente,
Espejo de mis ojos, dulce enamorado antojo.

Me desprendí volando muy rápido de mi tierra,
Y te quedaste en ella, pura, sedienta y bella,
El rojo de su sangre se atrevió a teñir la esfera,
La esfera de tus ojos, de negro tu cabellera.

Cuando el manto negro de la noche tapó la tierra,
Y el ígneo rojo también desapareció con ella,
La enorme mancha de una luna brotó casi llena,
En medio de la nada, pronto apareció risueña.

Se parecía a tu boca, grande, satisfecha y plena,
Me acompañó siempre, durante el agitado vuelo,
Que te disfruté completa y te sentí serena,
Me retiré volando de mi roja, prieta tierra.

domingo, 1 de enero de 2012

Mal tiempo

No hay tiempo para esto. Para aquello, todo lo que haga falta, y si es virtual, mejor.
Se encontraron y tomaron fotografías sentados en el restaurante de un hotel, las mesas eran muy pequeñas en un ambiente minimalista que lo perdona todo, hasta la racionalidad de los espacios. Y desayunaron ahí, no porque tenían dinero para hacerlo, lo hicieron porque la tarifa de la habitación ya incluía el desayuno y comieron como para ahorrarse hasta la comida del mediodía. Se la pasaron corriendo. Las charolas de la comida estaban repletas con panes blancos y de salchichas que los delataron en dónde estaban. Era en una ciudad de Alemania. Berlín para ser exactos. También lo supe, no porque ellos me lo hayan dicho en un mensaje electrónico por What´s App, Textfree o Skype, sino por los escasos vestigios del Muro que se alcanzaban a mirar en las pocas fotografías que me enviaron por Email y por la torre de comunicaciones que parecía una chupaleta, y por supuesto, por las salchichas en los platos.
En los tiempos en donde no alcanza para nada, ni eso, ni el tiempo, correr en medio del frío en una ciudad nueva, sin tomar cien fotografías, debe ser imprescindible. Como aquél que prefiere comerse la cecina a puños para no dedicarle tiempo a cortarla en pedacitos con cuchillería fina. ¿Para qué dedicarle tiempo a algo que finalmente te lo vas a comer de un modo u otro y en el estómago se revuelve todo? O como aquél que decía, “prefiero hacer algo de provecho que ir al baño” y se olvidaba que la vejiga clamaba llena. Ya habrá tiempo para aprovechar el tiempo, hoy no lo necesito. Prefiero mirar las noticias en la pantalla pequeña del celular mientras camino, que comprar un periódico de hojas grandes y leerlo pacientemente en la banca del parque de una ciudad catalana.
Hoy hasta las noticias de tus amigos las lees parado ante un mingitorio y le mandas un mensaje sin siquiera asearte las manos ¿para qué? Con decirle, que sí qué ondas y preguntarle qué tal estuvo el antro de anoche mientras empujas la puerta con las nalgas para no dejar de escribir con ambas manos y tropiezas con la señora anciana que quiere entrar en el baño de las mujeres, es suficiente. Es la moda, lo que todo mundo hace. La moda es tener las manos ocupadas texteando como poseso.
Nunca se habían visto tantos niños y adolescentes con tantos alambres colgándoles de las orejas ni tantas fotografías circulando por las redes electrónicas a disposición de quienes, para quedar bien con ellos, les permites que te las miren. Porque es un status quo del jet set del Hollywood virtual de la red, en una loca carrera sin freno.
Si Villoro se da tiempo para leer cinco libros para contextualizar y darle sentido a un artículo de cinco párrafos, uno debería tener tiempo para acordarse que hay que afeitarse después de la ducha y en dónde carajos dejó los lentes cuando ya los trae puestos. Ya no hay tiempo para darse tiempo y acordarse de que, cuando uno va de viaje, no por gusto sino porque para no tener tiempo también hay que trabajar a diario y duro, normalmente se llevan maletas y no se pueden dejar arriba de los aviones y después el tiempo que se tiene para recuperarlas, corriendo a contra flujo y en escaleras eléctricas, es muy poco.
Mal vamos si para acordarse de que hemos olvidado las maletas en un aeropuerto, tenemos que recurrir a esa sensación extraña de ir caminando con las manos vacías en un pasillo en donde todos llevan maletines en las manos o maletas arrastrándolas, menos uno y ese uno eres tú. Cuando esto sucede, se corre el riesgo de no tener el tiempo después para comprarse lo que esa maleta llevaba dentro, hasta el rastrillo para afeitarse.
Pero eso sí, se tiene el tiempo para, mientras esperamos a que se abra la puerta del avión, podemos revisar los mensajes o correos que han entrado al celular mientras se volaba. No vaya a ser que el jefe haya solicitado una información urgente y hay que responderle de inmediato. También tienes tiempo para contestar esos mensajes con un solo dedo a una velocidad impresionante no importa si has escrito abión, adiós como abiós y lo lea tu jefe. Lo importante es estar en contacto. Tu jefe es comprensivo y entenderá que estás pasando por una racha de estrés. Él debe estar en lo mismo cuando te dice ola en lugar de hola. Todos estamos en lo mismo y es tiempo de ser muy cool.
Mal se ve aquél que conduce a cuarenta kilómetros por hora en el carril derecho, como debe ser, y lo rebasas tocándole el claxon para apresurarlo y que no te estorbe rumbo a tu destino. Hay que llegar temprano para aprovechar el tiempo.
Y si en una ciudad europea y muy fría, no se tiene tiempo para tomarse mil fotografías, algo debe andar muy mal en las prioridades. Hasta de comer nos olvidamos porque andamos de prisa, aunque nos encontremos en una ciudad en donde las salchichas, en una cálida barra de madera fina, estén para chuparse los dedos. En épocas en donde mirarse con las mejillas hundidas es una moda, los jóvenes se olvidan hasta de comer, pero eso sí, en las redes sociales tienen el tiempo para aparentar ser filosóficos de la vida y citar a un científico de Zimbabue que descubrió que las setas que crecen durante el verano bajo la sombra de un gran baobab son buenas para las arrugas. Tenemos tiempo para la era electrónica, pero no lo tenemos para darnos cuenta de que el tiempo también es un buen tiempo.
Gajes de los actuales tiempos en donde los alemanes ya no tienen tiempo para hacer sus salchichas y ahora sus famosas salchichas son Made in China.

sábado, 29 de octubre de 2011

Mutación

Aquél hombre se rascaba la espalda con una larga vara. Dejó de usarla cuando se le alargaron los dedos.

Amnesia

Olvidé decirte que nunca te olvidaré.

Proximidad

Cuando esté muy cerca de ti, estaré más lejos que nunca.

Jirafas

Las jirafas tienen un instinto diferente que les permite mirarse muy rápido por encima de la maleza.

Brecha generacional

Si tú no alcanzas a mirar lo que yo miro, es que aún soy un niño.